¿Qué? Almuerzo y diálogo comunitario: El impacto transfronterizo
de la Guerra contra las Drogas.
¿Quién? El poeta Javier Sicilia y Caravaneros
por la Paz con Justicia
y Dignidad y la diversa comunidad de Chicago.
¿Cuándo? Lunes, 03 de septiembre,
del mediodía a 4 p.m.
¿Dónde? Museo Nacional de Arte Mexicano 1852 W
19th Street Chicago IL 60608.
Todo el mundo es bienvenido a traer comida
o bebidas para compartir con las Caravaneros.
por la guerra contra las drogas
Caravana por la Paz con
Justicia y Dignidad, iniciativa binacional
La guerra contra las
drogas ha generado un desgaste social con dolorosas consecuencias para nuestros
países, como la corrupción e impunidad. Prueba de ello es que en México
se ha generado una violencia de más de 70 mil muertes y 10 mil desapariciones. Esto
está íntimamente vinculado a la política de seguridad
regional de los Estados Unidos, que ha desatado zonas de violencia generalizada,
violación de derechos humanos y el grave
deterioro del estado de derecho. Frente a ello, reconocemos que la prohibición de drogas
ha fracasado.
Esta política ha
permitido un círculo vicioso de consumo de drogas, compra ilegal de armas y un
sistema financiero sostenido por lavado de dinero, todo avalado por una
relación bilateral que ha alimentado una estrategia de guerra, y arrasado con
grupos vulnerables como las y los migrantes. Esto ha ido sosteniendo la reproducción
de la violencia y muerte y de un tejido social desgarrado. Y, además del
dolor, de la muerte y del sufrimiento de miles de familias, nuestros mismos gobiernos
vuelven a victimizar y criminalizar a quienes buscan justicia y dignidad.
En esta emergencia
nacional en México, corresponde a las sociedades y a los gobiernos de ambos
países tomar responsabilidad frente a los daños generados. Nuestros gobernantes
son responsables de haber tratado el problema de la droga como un asunto de seguridad
nacional y no de salud pública. Así mismo, bajo este enfoque han enfrentado su
guerra con instituciones que no respetan el estado de derecho y han sido
permeadas por el crimen organizado. Nuestros países han fallado en su
obligación de proteger a su gente y defender sus derechos y con ello se han
hecho cómplices.
Ante lo que vivimos
víctimas, ciudadanía, organizaciones civiles de México y Estados Unidos hemos
decidido participar en la Caravana por la
Paz con la esperanza de encontrarnos como vecinos en un diálogo fraterno
pero crítico que abone a la justicia y dignidad y, a través de ellos, a la paz
tan necesitada. Nos mueve el amor por nuestros hijos e hijas asesinados, por nuestros
desaparecidos y desaparecidas, por las y los huérfanos; por nuestros policías y
militares caídos en cumplimiento de su deber, tanto los que actuaron con
honestidad como los que fueron corrompidos por el crimen organizado. Nos mueve
el dolor de los cuerpos enteros o desmembrados encontrados por cientos de fosas
clandestinas, por la niñez secuestrada, las mujeres desaparecidas, los
periodistas asesinados, los torturados; así como la inseguridad para el
transito por los territorios y los tratantes de personas que se ensañan
especialmente con los millones de migrantes de centroamérica que cruzan México
en busca del sueño americano. Nos mueven los homicidios relacionados con la
prohibición de drogas o la falta de control de armas que también ocurren en
Estados Unidos, las miles de personas encarceladas por delitos no-violentos de
drogas, los huérfanos, los y las muertos por sobredosis y enfermedades
transmisibles, los secuestros y la extorsión, especialmente con migrantes y
otras comunidades marginalizadas. Así como todas aquellas y aquellos que fueron
orillados al crimen a causa de la violencia estructural.
El 12 de agosto, mexicanos
entraremos a territorio Estadounidense y recorreremos una ruta de más de 25
ciudades en un mes. Nuestro mensaje es de paz: todos somos parte de la misma familia humana. Nuestro recorrido es
de forma pacífica, con el corazón abierto y la esperanza de encontrarnos,
mirarnos, hablarnos fraternalmente con las víctimas de nuestros países vecinos;
porque consideramos que los daños que vivimos están vinculados a políticas
erróneas que queremos que sean cambiadas:
Sobre
las políticas de guerra contra las drogas. Proponemos la necesidad de encontrar
una solución integral, con un enfoque multidisciplinario e intergeneracional que
coloque a las personas, su bienestar y su dignidad, como centro de las
políticas de drogas. Hacemos un llamado tanto a la sociedad mexicana como a la
Estadounidense a abrir y mantener un dialogo sobre alternativas a la
prohibición basado en hechos, que sea incluyente y considere diversas opciones
para regular las drogas.
Sobre
el tráfico de armas. Detener
inmediatamente y prohibir la importación de las armas de asalto a los EU,
porque muchas se envían de contrabando a México. Aumentar la capacidad
regulatoria de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego en las regiones
donde se abastece el contrabando de armas a México, en especial, en los
estados fronterizos como Arizona y Texas.
Sobre
lavado de dinero. Dar pasos concretos que los gobiernos de ambos lados pueden tomar para
combatir el lavado de dinero en una manera seria. Exigir rendimiento de cuentas
a instituciones financieras a traves de mayor vigilancia, investigaciones,
multas ejemplares y, cuando sea necesario, consecuencias penales. Hacer que el
lavado de dinero sea una prioridad real en combatir al crimen organizado.
Sobre
la política de ayuda exterior. Cambiar el enfoque de guerra por un enfoque de
seguridad humana y ciudadana que fortalezca el tejido social; y con ello suspender
el financiamiento militar a México. La “responsabilidad compartida” tiene que
empezar con el respeto mutuo y que cada país cumpla con sus respectivas leyes
nacionales
Sobre
migración. Cambiar
las políticas que han llevado a la
militarización de la frontera y la criminalización de los y las migrantes, aquellas
que han generado una crisis humanitaria sin precedentes. Proteger la dignidad
de las personas que son desplazadas por la violencia y huyen buscando
protección.
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